La pandemia ha sido el desencadenante de efectos personales, sociales, gubernamentales y políticos, negativos en varios casos; es como para no creer que un simple *bicho* insignificante, invisible al ojo humano, esté provocando tanto caos, incluso religioso, porque un creyente ya no puede cumplir con sus deberes y si lo hace en grupo, infringe las normas, como ya se ha visto.
Para muchos en lo personal ha generado un estrés brutal, una tensión temerosa al contagio; se ha desencadenado el estrés sin control, que es la respuesta natural animal defensiva para huir o pelear frente a una agresión, esta vez a la del bicho, sin poder hacer nada con un enemigo invisible y tampoco huir, ¿a dónde?
En resumen, por ahora quien se queda es el estrés, parásito, circulando dentro de nosotros y que aumenta cada vez que encendemos la televisión debido a las noticias que asustan, porque los índices un día bajan y otros suben, total seguimos igual.
Como si fuera poco estamos impedidos de ir donde queramos a la hora que quisiéramos y hacer lo que se nos antoje; entonces, más estrés con un condimento extra, rebeldía.
Una señal de alarma se gatilla en el cerebro y libera un torrente de adrenalina de la corteza suprarrenal que al circular por la sangre altera el funcionamiento habitual del cuerpo y aparecen síntomas físicos: tensión muscular, alza de presión, respiración superficial y rápida, mala digestión, alteración del sueño etc.

No es de extrañar entonces el aumento de desencuentros familiares e intolerancia en el hogar.
Para esta batalla quedan dos caminos, uno fácil, tomar medicamentos pero que, aun cuando es efectivo respecto de los síntomas, encubre el hecho de la autodefensa frente a la agresión; hay que ir más a fondo, a su origen en la mente.
Y allí está la oferta del Yoga y otras disciplinas con sus prácticas de relajación y meditación, hoy en día avaladas por la ciencia médica e incluso recomendadas.
La investigación científica de la práctica de meditación o relajación ha comprobado el aumento de la sincronía de las ondas cerebrales, del ritmo cardíaco reposado que se extiende incluso después de la práctica, el beneficio en el ritmo respiratorio, el sistema nervioso se estabiliza porque mejora la respuesta a estados tensionales, aumento del estado de alerta, disminución de la ansiedad, de la presión sanguínea, alivio del insomnio, mejoría en la salud mental, aumento de la resistencia a las enfermedades etc.
Podríamos decir que meditar y relajarse es un arte que hay que aprender y perfeccionar con la práctica; solo hay que buscar el lugar e instructor idóneos, mientras algo fácil: acostado o sentado cómodamente inhale un poco profundo dilatando el abdomen, corta retención del aire y luego exhálelo lenta y largamente por la nariz, a la vez que se afloja imaginando que la tensión se elimina. Así prepare un buen dormir con algo tan sencillo.